viernes, 27 de septiembre de 2013

El desastre que soy.

Parecía ser otro día normal bajo el  nublado cielo, ya sabes, nada nuevo. Levantarse, comer, estudiar, respirar… Todo lo que había estado haciendo en la semana, incluyendo obviamente el hablar. Sí, hablar con las personas, sociabilizar. A veces pienso que no nací para aquello, que, simplemente, nací para quedarme en el círculo familiar. Nunca he sido buena haciendo amigos, pero sin duda agradezco los pocos que tengo. Ni siquiera sé cómo es que los hice ni por qué siguen a mi lado. Sin embargo, algo aún faltaba.

 Lo que estuve construyendo días antes de que volvieras tú a mi vida lo derrumbaste; porque siempre vuelves y te vas, nunca dices lo que en realidad sientes, nunca te esfuerzas y me haces sentir que remo el Titanic yo sola. Lo único que quiero es estar bien y llegas tú, la persona que me trajo muchas alegrías pero más desgracias. Quizá sea masoquista el querer que no te vayas, aunque desearía poder decir “no me dejes”, pero claramente eso ya lo hiciste. No sé de dónde surgieron mis expectativas si nunca demostraste interés sólo en mí, siempre eran muchas más. “Si hay tanto peces en el mar, ¿por qué siempre pesco el que no me deja nadar o uno que le cuelgan muchas más?”…

Te odio pero sé que es algo que no va contigo como tampoco va el prestarme un poquito de atención y ver el desastre que soy, el desastre que tú hiciste. Cuando más te necesité no estuviste, conociste un nuevo mundo y decidiste que ya no me querías más en él. ¿Qué irónico, no? Tú mismo elevaste mis esperanzas a tener un futuro juntos… Antes dije que nunca mostraste interés… Creo que todo lo imaginé.


Ya no sé a dónde ir ni a quién recurrir. No quiero ser la vulnerable. Extraño lo que tenía antes, aunque era un desastre no era el que tú ocasionaste, no a esta magnitud. Quiero recobrar el control sobre mí. Te quiero lejos de mí, pero no sabes cuánto duele cuando siento que es así, que te lo pediré de una vez por todas con las palabras necesarias y justas y tú te irás sin mirar atrás. Quiero volver a mi hogar. Quiero intentar pegar todos los pedacitos que tú fuiste sacando uno a uno de mi corazón. Sé que lo voy a lograr, quizá no ahora ni mañana, ni en mucho tiempo más. Quizá sólo por ahora quiero sentirme como la persona miserable y adicta a la locura que soy. Porque todos cuando me aman, me abandonan. 

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